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Concurso de Pintura al Aire Libre 2017

En el marco de los programas que desarrolla Patrocinadores del Turismo (APTHGRA), de apoyo y estímulo a las actividades culturales, educativas y sociales, y la llegada de la primavera, se realizará el sábado 23 de septiembre, el concurso de Pintura al Aire Libre 2017. El concurso de Pintura al Aire Libre 2017 cuenta con la adhesión del gremio gastronómico porteño (UTHGRA) y la librería artística “TEOREMA”. El concurso, declarado de interés turístico por la legislatura porteña y de interés cultural por la Cámara de Diputados de la Nación, cuenta con la colaboración y acompañamiento de artistas plásticos. El colorido evento se desarrollará de 9 a 16 horas, desde Plaza Lorea hasta Plaza de Mayo y sus aledaños. Los participantes del concurso utilizaran técnica libre (acuarela, témpera, óleo, pastel, etc.) teniendo como inspiración la Avenida de Mayo. El encuentro de arte se divide en tres categorías: A) Infantil de 6 a 12 años. B) Juvenil, de 13 a 17 años de edad y C) adul

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Jacobo Fijman: pintura

Jacobo Fijman ( * Orhei, Besarabia, actual Moldova, 25 de enero de 1898 – Buenos Aires, 1 de diciembre de 1970 ) fue un poeta judeoargentino. Formó parte de la vanguardia literaria del grupo Martín Fierro, donde se vinculó con Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo. Desarrolló varios oficios irregulares, y a partir de 1921 comenzó a padecer crisis mentales; crecientemente adepto al misticismo, se convirtió al catolicismo en 1930, y colaboró en varias revistas religiosas antes de ser internado definitivamente afectado de psicosis delirante en 1942. Moriría aún internado en 1970.

"No soy enfermo. Me han recluido. Me consideran un incapaz. Quiénes son mis jueces…
Quiénes responderán por mí.
Hice conducta de poesía. Pagué por todo.
Sentí de pronto que tenía que cambiar de vida. Alejarme del mundo. Y me aislé. Me fui de todos, aun de mí…
Hoy es la demencia un estado natural.
Todas las palabras son esenciales. Lo difícil es dar con ellas.
El delirio son instantes. Puede durar toda la vida.
Mi poesía es toda medida.
El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad."

(Jacobo Fijman, "Todo lo que uno recibe es pasión")


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“Entre mi pintura y mi poesía hay una misma mano. Las mismas concepciones. De niño me dijeron que sería un gran pintor. Y entonces quemé todo. Ahora lo hago para perfeccionar mis sentidos, externos e interiores. Sólo de esa forma es válido pintar y escribir. Y hasta que los pintores y escritores no lo entiendan, deberían dejar esas cosas. Porque están mintiendo. El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad”.
(Jacobo Fijman, en entrevista con Vicente Zito Lema, 1969)


Desde los oscuros pabellones del horror, donde la agónica lucha contra la razón asfixiante era una necesidad y donde la soledad se imponía abigarrada de imágenes aéreas, rescatamos una voz que transitó hacia el grito, luego de desnudarnos con sus contrapuntísticos efluvios; es la voz de Jacobo Fijman, quien vio cerrarse la última puerta de esta morada hace cuarenta años (en un día impreciso de 1970, aunque las notas necrológicas aparecieron el 1 de diciembre de ese año) luego de entregarnos una de las obras poéticas más desgarrada, transparente y profundamente mística, de la literatura argentina en la primera mitad del siglo XX.

Su vida, marcada por el sino de la pobreza y del olvido, fue un constante deambular entre sórdidos lugares y el manicomio (donde finalmente sería internado desde 1942 hasta su muerte). El informe que ordenaba su reclusión definitiva presentaba el siguiente cuadro clínico: “alienación mental por psicosis distímica – síndrome confusional”.

De estirpe judía, nació en 1989 en Berasabia, un pueblo del antiguo Imperio Ruso, hoy perteneciente a la República de Moldavia. Emigró junto a su familia hacia la Argentina en 1902, instalándose en la región de Lobos (al sur de la Provincia de Buenos Aires) donde realizó su formación básica e intermedia. En 1917 llegó a Buenos Aires para adelantar estudios de francés, habiendo alcanzado la licenciatura, lo que le permitió desempeñarse como profesor, aunque sólo por un corto tiempo. Su insaciable búsqueda de conocimiento lo condujo a indagar en otros temas: filosofía antigua, griego, latín, leyes, matemáticas. Además, día tras día, se preocupaba por perfeccionar la interpretación del violín, el cual lo había acompañado desde la adolescencia y seguiría siendo su fiel compañero en el deambular para ganarse la vida, tocando por unas cuántas monedas donde el hambre lo llevara.

Hacia 1921, luego de un extraño suceso en el que se vio envuelto, fue detenido por un policía que lo presento ante la comisaría como “un individuo que dice ser el Cristo Rojo y que padece el mal de la anarquía”. Posteriormente fue internado por primera vez en un hospicio. Allí recibió electrochoques y fuertes castigos, y permaneció alrededor de seis meses, manteniendo el rigor tanto en su escritura como en su pintura.

Desde su salida, y ya con una obra en ciernes, empezó a vincularse con algunos magazines, en los cuales aparecieron publicados sus primeros textos. En 1926 fue invitado por los jóvenes impulsadores de la revista Martín Fierro (Macedonio Fernández, Jorge Luís Borges, Oliverio Girondo y Leopoldo Mahecha) para que se les uniera en su proyecto. Motivado por la acogida que le brindaban, se dio a la tarea de publicar su primer libro, Molino Rojo, en el mismo año. Aunque el nombre de esta obra fácilmente podría entenderse como una evocación de los movimientos revolucionarios del momento, Fijman aclaraba que, más bien tenía que ver con “dos estados del alma” (la locura y el delirio) en los que se traslucían su itinerario en el manicomio y la lucha sostenida con la razón que no le daba espacio para desplegar su vuelo. En este poemario, ya empieza a desnudar a la locura y a mostrárnosla como una vivencia “tan humana” y además propicia para la creación, pues “hallaba en la demencia una instancia poética”. Asimismo, la obra está atravesada por el dolor y la desesperanza. Ha establecido un romance con la agonía, se siente “una mortaja viva” y considera que “el sudario más frío es uno mismo”. Sin embargo, en medio de tanta nostalgia por las partidas perdidas y aún sintiendo que es “muy larga la noche del corazón”, también afirma con vehemencia que su “corazón es blanco de ternura” y que espera hallar alguna salida, quizá en medio de un mundo erotizado que parece activarse en los versos finales de su poema, Cópula:

Nuestros cuerpos: auroras y ponientes
En la alegría loca de los vientos
¡El corazón del mundo es nuestra boca!


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Austral Obras Maestras del Hombre y la Naturaleza

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